En los años 60, Marshall McLuhan advirtió sobre el gran poder de la televisión, denominándola ''el gigante temido'', era tan fuerte su miedo que le pidió a su hijo Eric, que no dejara que sus nietos vieran televisión.
''McLuhan veía a los medios como agentes de posibilidad, antes que de conciencia'', limitando al hombre a usar la razón y volviéndose esclavo de los medios.
McLuhan definió a los medios como extensiones de nuestro cuerpo y mente; por lo tanto la vestimenta es una extensión de nuestra piel, la computadora una extensión de nuestro sistema nervioso, el automóvil una extensión de nuestras piernas y la radio como una extensión del oído; esto supone romper el equilibrio natural del individuo ya que desarrolla tecnologías que lo llevan al sedentarismo.
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